¿Ha sentido que su casa parece más un campo de batalla que un hogar cristiano? ¿Al casarse pensó que su hogar iba a ser un reino de paz, pero ahora siente que hay una lucha de poder con sus propios hijos? El problema no siempre reside en niños mal portados y rebeldes. Efesios 6:4 dice: “Y vosotros padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos….” ¡Es decir que nosotros
podemos ser parte del problema! Para recobrar la paz donde la ha perdido, pregúntese: “¿Qué hago yo que provoca a ira a mis hijos?”
Una vez me invitaron a jugar el juego de “Mau”. En el juego de “Mau” no se explican las reglas de antemano. Uno tiene que ir adivinando mientras juega. Para mí, la pobre inocente que lo jugaba por primera vez, era completamente frustrante. Constantemente violaba las reglas sin saber y recibía el castigo por haberlas violado. Para colmo, añadían nuevas reglas en cada paso, que tampoco se explicaban.
A veces los padres tratan a sus hijos como si la vida fuera un gran juego de “Mau.” Esperan que los niños entiendan y obedezcan reglas que nunca se han explicado. ¿Ha exigido, por ejemplo, que su hijo arregle su cuarto sin nunca enseñarle cómo hacerlo? Olvidamos que hay que aprender cómo hacer las cosas tan sencillas como guardar los juguetes o arreglar la cama. No lo sabemos por instinto. Si está enfrentado una lucha en cuanto a los quehaceres de la casa, reflexione en si ha explicado bien lo que espera de su hijo, y si le ha mostrado cómo hacerlo. Puede ser que lo que es tan obvio para usted, no lo sea para su hijo.
El primer consejo para no provocar a ira a su hijo es: explicar qué es lo que se espera de él, y enseñarle cómo cumplirlo. Hay otra razón por la que falta la paz en el hogar. Los niños necesitan límites para su protección, y para que aprendan cómo vivir con otros. Los límites ayudan a los niños a sentirse seguros. Si hemos puesto reglas que son apropiadas a la madurez y necesidad del niño, debemos ser consistentes en cómo las ponemos en práctica. Exaspera a un niño cuando las reglas cambian de un día al otro: cuando se aplica la regla un día, y la ignora al siguiente. La consistencia trae confianza a su relación familiar.
Esto no quiere decir que nunca hay lugar para cambios o excepciones. Su hijo necesita saber que tiene la libertad de expresarse, y que se va a tomar en cuenta lo que diga. El curso para adolescentes, Caminando en Paz enseña principios bíblicos acerca de cómo vivir en paz. Habla de la importancia de lo que se llama la apelación: “…la palabra apelar (es) un pedido respetuoso que hacen a otros si quieren que consideren sus pensamientos, sentimientos, o necesidades
cuando están haciendo una decisión.” (Página 118). Es posible que su hijo tenga una buena razón para que haga una excepción o cambie una decisión.
¿Cómo podemos evitar provocar a ira a nuestros hijos? — con reglas apropiadas y consistentes y una oportunidad para que el hijo pueda expresarse respetuosamente. Así podemos tener paz en vez de guerra.
Caminando en Paz es una traducción del curso en inglés The Young Peacemaker por Corlette Sandi. Peacemaker Ministries www.hispeace.org (Podemos facilitar la compra del material en español si alguien expresa interés en conseguirlo, o lo pueden bajar gratis de www.ObreroFiel.com). Caminando en Paz
No conozco a ningún padre o madre que desee provocar a ira a sus hijos. Yo sé que no era mi propósito como mamá. Yo lo hice “sin querer”. Nuestro segundo hijo, Natán, era uno de los pequeños con voluntad de hierro. Un día me di cuenta que en mi afán de ser buena madre, algo andaba mal. El castigo tenía menos y menos efecto. Yo estaba frustrada y exhausta.
Un día, en el transcurso de una conversación, un amigo comentó que para aceptar bien una crítica, una persona necesita escuchar diez cosas positivas. Me puse a meditar: “Si es verdad para nosotros, los adultos, probablemente sea también verdad para los niños superactivos de tres añitos.” Entonces, cambié mi plan de batalla. Empecé a buscar cualquier excusa para alabar a Natán. (“me gusta como Natán agarra su cuchara.” “Natán, gracias por no poner tu vaso en la orilla de la mesa.”) Nada cambió de un día a otro, pero poco a poco noté una diferencia. Natán me respondió mejor cuando tenía que corregirlo. Yo me sentía más tranquila y segura como madre. En el excelente manual de estudio, *Padres por la gracia de Dios, se explica qué es criar a los niños con gracia: “En la gracia, el énfasis se pone sobre el desarrollo del niño, no sobre sus delitos.” Hay que corregir a un niño cuando se porte mal, pero debemos poner hincapié en reconocer lo positivo que hace.
Hemos visto varias maneras para evitar provocar a ira a los hijos. Explique bien lo que espera. Sea consistente en aplicar las reglas, pero siempre dé lugar para la conversación. Dé énfasis a lo positivo. Así podemos hacer nuestra parte para mantener la paz familiar.
*1991, Dept. de ministerio familiar, Convención Bautista del Sur
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