18 de octubre de 2010

Momentos difíciles: ¿qué hacer? (1era Parte)

El éxito no consiste en vivir sin dificultades, sino en descubrir cómo convertir los obstáculos en oportunidades de vida.

Hace poco estuve con una familia que me habían pedido visitar. El padre de esta familia padece de cáncer. Le han extraído un ojo. La enfermedad le ha invadido el hígado. No obstante, lo encontré lleno de alegría y de paz. Él y su esposa se rieron juntos cuando me contaron que ella le había preguntado, días atrás: «¿Y cómo quieres el ataúd?» ¡Yo me quedé sorprendido! El hombre me comentó: «estamos hablando con nuestros hijos; estoy preparando a mis padres y a mi familia. No pasa nada malo; simplemente estoy a punto de partir». ¡Qué tremenda actitud! Esta familia logró transformar la adversidad en una oportunidad para darle sentido a la vida. ¿Cuánto vivirá este caballero? La verdad que nadie lo sabe. Lo que sí me quedó claro es que cada minuto, cada hora, cada día, tendrá para él el valor de una eternidad, precisamente porque no sabe cuánto tiempo le queda de vida. Y yo pensé para mí mismo: «así deberíamos vivir todos».

Todo lo determina la actitud. No podemos elegir lo que sentimos, pero sí podemos elegir la forma en que reaccionamos ante lo que nos ocurre. Los sentimientos emergen solos, pero la actitud que asumimos frente a la vida es lo que va a establecer la diferencia.

Respuestas que no sirven

¿Cómo enfrentar esos momentos difíciles? Puede tratarse de la quiebra de una empresa, un divorcio, la pérdida del empleo, un hijo esclavizado a las drogas o el descubrimiento de una enfermedad terminal. Sin importar cuál sea la dificultad, las personas manejan de diversas formas los contratiempos que surgen en la vida. Una de ellas es enojarse en extremo, lo cual contribuye a que el problema se vuelva aún mayor. Otra forma es culpar a los demás, que lleva a que nunca se resuelva. A veces se opta por enredadas excusas para explicar el porqué de la dificultad, lo que añade innecesarias complicaciones. Muchos optan por buscar la forma de ocultar la dificultad para que nadie se percate de que existe.

Oportunidades únicas

¿Por qué huimos de los problemas? ¿A qué le tememos?

Las dificultades nos presentan oportunidades sin igual. ¿Acaso no es hermoso abrir el corazón y pedirle a alguien que nos preste el hombro para llorar? Podemos pedir que alguien venga a hablar con nosotros, que eleve una oración a Dios para que nazca fe en nuestro corazón. Las dificultades crean la oportunidad de poner en orden las cosas, entre ellas, pedir perdón por las ofensas cometidas.

Representan una oportunidad para abrazar a nuestros seres queridos y decirles cuánto les amamos.

Podemos aprovechar la situación para darles las gracias porque han estado con nosotros en las buenas y en las malas. Todo esto hace que la vida cobre sentido.

Por medio de las dificultades, por ejemplo, puedo descubrir amigos del alma, de esos que están cuando los demás se han ido.

  Por medio de las dificultades, por ejemplo, puedo descubrir amigos del alma, de esos que están cuando los demás se han ido. Cada uno de nosotros posee el potencial para vencer la adversidad, de sobreponernos a los errores o a los malos resultados. Podemos aprender a ver estos momentos como victorias potenciales, momentos que nos brindan la oportunidad de aprender y crecer. Una dificultad puede ser la ocasión  para descubrir lo que yo no había visto hasta este momento. Solamente la dificultad lo trajo a la luz. Por medio de las dificultades, por ejemplo, puedo descubrir amigos del alma, de esos que están cuando los demás se han ido. Son los amigos que lloran nuestras lágrimas, que nos acompañan en la adversidad. Quizás vuelva a descubrir una familia que dejé de valorizar porque estaba muy ocupado en mis asuntos. Cuando vino el tiempo difícil ellos fueron los únicos que permanecieron. Vuelvo a valorar el regalo de una esposa o un esposo que me ama, de hijos que me alegran la vida, y entiendo que no puedo perderme ni un solo minuto de la oportunidad de disfrutarlos. Si estamos atentos, las dificultades pueden aportarnos muchos tesoros incalculables. ¿Qué es lo que hace la diferencia? La actitud frente al reto.

 

La actitud es clave

Esto me lo enseñó mi papá hace muchos años. Yo era un estudiante universitario. Mi papá era de provincia y me había dado un auto. Un día lo choqué. Con el susto típico de un joven adolescente llamé a mi padre, pensando en la forma en que iba a reaccionar, pues el choque le había ocasionado un perjuicio económico. Cuando levantó el teléfono, le confesé: «papá, choqué el auto». Guardo silencio, y luego me preguntó algo que marcó profundamente mi vida:
«¿Estás bien?»
«Si papi, estoy bien» —le contesté.
«Entonces no hay problema» —me respondió. «Lo demás es solamente material».
En ese momento pensé: «qué hermoso tener un papá así, que me valora más que las cosas».
En ese momento mi papá había sabido cómo refrenar su reacción, la tendencia natural a concentrarse en los daños materiales. ¡Esto se llama actitud! Es ir más allá de los sentimientos, para enfocarse en lo que realmente importa.

Vidas que inspiran

Permítame compartir con usted algunos ejemplos de la historia.

Winston Churchill repitió el sexto grado. Experimentó reiterados reveses en su carrera como parlamentario y fue cuestionado gran parte de su vida. No obstante, a los sesenta y dos años, llegó a ser el extraordinario primer ministró que levantó al pueblo inglés durante la segunda guerra mundial.

Abraham Lincoln perdió dos contiendas senatoriales y otra elección a un cargo público. Finalmente llegó a ser senador. Cuando buscó la reelección, volvió a perder. Montó una empresa y terminó quebrado. Buscó un socio para salir del primer enredo solamente para volver a quebrar. No pudo casarse con su novia porque ella falleció antes de llegar al matrimonio. Sufrió toda la vida de terribles depresiones.

Seguramente usted pensará que, con semejante historial, este hombre no tenía futuro. ¿Sabe qué estaba ocurriendo en la vida de Lincoln? Se estaba desarrollando el carácter de un presidente que cambiaría la historia, no solamente de un país, sino de la humanidad.

Nosotros nunca entenderemos, en el presente, por qué ocurren ciertas situaciones. Pero si le damos tiempo al tiempo, veremos emerger un carácter más formado, mayor humildad en el corazón, la sencillez de ya no mirar para abajo, sino mirar para dar la mano.

Permítame compartir otro ejemplo. En 1876 Alexander Graham Bell inventó el teléfono. ¿Sabe lo que comentó el presidente de aquel momento?: «es un invento extraordinario; pero, ¿quién lo va a usar?» ¿Cuál es la moraleja? Nunca crea a los que no creen, ni ponga atención a los que hablan sin sentido. Déle espacio al sueño que se está materializando.

La madre de Thomas Edison se vio obligada a sacarlo de la escuela porque no era muy capaz y terminó vendiendo periódicos en los trenes. Edison, que era amante de la lectura, acabó montando una pequeña imprenta para sacar el periódico que él vendía. Con la misma creatividad inventó muchos otros aparatos. El más famoso de ellos fue la lámpara de luz, aunque necesitó ensayar más de dos mil veces hasta alcanzar el éxito. Cuando un joven reportero le preguntó como pudo soportar tantos fracasos, Edison contestó: «No fracasé ni una sola vez. Simplemente tomé dos mil pasos para crear la lámpara»

El valor de la perseverancia

¡Memorice esa frase! « Simplemente tomé dos mil pasos para crear la lámpara» ¿Por qué? Porque usted lo tendrá que decir muchas veces. Si usted abandona un proyecto en el anteúltimo intento, usted nunca conocerá lo que lo esperaba en el último intento. De todo lo que pueda compartir con usted, quisiera que le quede este mensaje: No importa cuántas veces lo haya intentado, nunca deje de caminar, porque la victoria pertenece a los que caminan. Lo logran los que dicen: «Quisiera tocar guitarra y, aunque no tenga brazos, voy a ensayar seis horas al día hasta que los dedos de mis pies aprendan a afinar la guitarra y sacar de ella la más bella música». Esa es la inspiradora historia de Tony Meléndez.

Nunca se auto-rotule de fracasado cuando algo no ha salido bien. No se quede tirado en el camino, porque es muy posible que requiera de dos mil pasos para llegar a su destino. La persona que persevera, vence. Este es el secreto de los que se han sobrepuesto a las dificultades. Aprendieron a mantenerse en actividad, en movimiento, aun en medio de la adversidad y la oposición.El que decide transformar la adversidad en victoria, reconoce que el fracaso es parte del camino, parte del proceso.

El que decide transformar la adversidad en victoria, reconoce que el fracaso es parte del camino, parte del proceso.

Vencidos y vencedores

En su libro: El lado positivo del fracaso, John Maxwell hace una interesante comparación entre los que se dejan vencer y los que han decidido transformar la adversidad en victoria. Maxwell señala que el vencido culpa a los demás por lo que le ocurre. Quien decide triunfar en la adversidad, asume la responsabilidad de sus actos. El que se deja vencer espera nunca más fracasar, ¡pero es imposible! Todos los que abordan algún proyecto pasarán por el valle de la dificultad. El que decide transformar la adversidad en victoria, reconoce que el fracaso es parte del camino, parte del proceso. El que se deja vencer cree que va a seguir fracasando o, peor aún, se dice a sí mismo: soy un fracasado. El que elige transformar los fracasos en victoria mantiene una actitud positiva frente a la vida. Quien se deja vencer se siente limitado por los errores del pasado. Sin embargo, quien quiere caminar y llegar está dispuesto a volver a arriesgarse.

El secreto de caminar no son los resultados sino el esfuerzo realizado, la pasión invertida. Existen quienes siembran semillas pero nunca comen el fruto que sembraron. Por la fe regaron y abonaron esas semillas. Otras generaciones, como la suya o la mía, hemos recibido el privilegio de recoger naranjas. No olvide, sin embargo, que para que usted recoja esas naranjas alguien tuvo que estar dispuesto a sembrar las semillas. No significa que la persona que sembró sin ver las naranjas fracasó. Más bien, tuvo visión del futuro.

La persona que decide dejarse vencer, cede y se relaciona con las personas incorrectas, y depende de lo que otros hacen. Quien decide transformar la adversidad en victoria persevera. Elige con inteligencia a sus amigos, aquellos que han decidido acompañarlo. Al entender que cada dificultad puede ser una oportunidad para avanzar un paso más en el proyecto que se le ha confiado, avanza con una confianza repleta de pasión.

Este artículo resume parte del mensaje compartido por el Dr. Porras en la conferencia «¿Cómo enfrentar momentos difíciles?» El autor, un reconocido conferencista internacional, ha producido más de 10.000 programas radiales y televisivos sobre temas relacionados a la familia. Es el actual Director de Enfoque a la Familia para el mundo de habla hispana. Vive, junto a su esposa Helen y sus dos hijos varones, en San José de Costa Rica. Publicado en Apuntes Digital II-6, edición de enero - febrero de 2010. Los derechos están reservados por el autor y Desarrollo Cristiano Internacional, ©2010.

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