En una revista se podía leer un sondeo de opinión titulado: «Dios en baja, el diablo en alza». A continuación había un artículo que evocaba la descristianización y el entusiasmo por las manifestaciones ocultas, sortilegios, brujería por medio de libros, películas o fiestas.
Si el diablo fuese simplemente un hombrecillo con cuernos, resultado de la imaginería de la Edad Media, y si los brujos y brujas fueran sólo personajes inventados para hacer estremecer a los niños, no sería realmente peligroso. Pero no es así, pues la Palabra de Dios nunca presenta a Satanás como un personaje inofensivo, sino como una personalidad espiritual viva, temible y peligrosa. Como criatura de Dios ocupaba una posición elevada. Su orgullo ocasionó su caída (Ezequiel 28:12-19).
Jefe de un ejército de ángeles, caídos como él, hoy sigue oponiéndose a Dios, buscando seducir a los hombres para impedir que respondan a los llamados de la gracia. Pero fue vencido por Jesucristo en la cruz. Mediante su resurrección, el Señor Jesús demostró que era más fuerte que la muerte y que el diablo, quien tenía el poder sobre ella (Hebreos 2:14).
Satanás fue juzgado y condenado por la muerte de Cristo en la cruz, pero ahora, antes de ser capturado y definitivamente imposibilitado para hacer daño (Apocalipsis 20:10), se encarniza arrastrando hacia la muerte eterna a cuantas almas le sea posible. Sigue tratando de trivializar su existencia y sus temibles poderes para engañar y seducir con más facilidad. ¡No caigamos en su trampa!
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