Cecilia se queja todo el tiempo de que no gana suficiente dinero, de que no puede comprar lo que desea y que jamás podrá conseguir nada. Un consejero le dijo:
_Estás desperdiciando tu energía en quejarte en lugar de usarla para avanzar.
-No comprendes... Mi empleo es el problema, no yo -replicó ella.
-Tu empleo mal pago puedes ser un problema y puede ser que tu jefe sea demasiado exigente, pero si siempre estás tan disconforme, te causas un daño mayor del que puedas causarte el trabajo o tu jefe.
-¿Y qué puedo hacer yo? -quiso saber ella.
- No puedes controlar el trabajo ni a tu jefe pero sí puedes controlar tus sentimientos respecto de ellos. Modifica tu actitud -respondió el consejero.
Cecilia aceptó el consejo. Cuando dejó de lamentarse de la vida, la gente a su alrededor lo notó de inmediato. Consiguió un ascenso y su nuevo puesto le generó mejores posibilidades. De ahí que en pocos meses la transfirieron a otro departamento con un sueldo mayor y un jefe que le brindaba todo su apoyo.
Lo que consideramos horrible es un estado de actitud. Un cambio de actitud ¡cambiará el estado de las cosas!
Si sostienes que las cosas pueden salir mal, posiblemente seas un profeta.
Proverbios 6:2
Te has enredado con las palabras de tu boca y has quedado atrapado en los dichos de tus labios.
Fuente: El libro devocionario de Dios para Líderes.
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