Hoy quiero compartir acerca de las excusas o mentiras que nos decimos para no alcanzar el éxito en las relaciones, en el matrimonio, en el trabajo, en fin en todas las áreas de la vida. Esto es traducción de Excusatio non petita, accusatio manifesta. “una excusa no pedida es acusación manifiesta”. ¿Cuántas veces en la vida usted se ha excusado?
Entres las excusas más comunes en el matrimonio tenemos:
• Tenemos que hablar (preferentemente por SMS o te envío un E-Mail).
• Tengo la sensación de que nos estamos alejando.
• Tú nunca tomas la iniciativa, siempre tengo que ser yo.
• Será mejor que nos demos unos meses para respirar.
• Eres maravilloso, sensible, simpático, gracioso, tienes conversación… pero necesito algo más en mi vida.
• Una cosa está clara, no es culpa tuya, el problema soy yo. .
• Ahora es diferente, ya no hay chispa entre nosotros.
• Creo que nuestra relación ha caído en la monotonía, ya no es como al principio.
• El sexo no es lo más importante.
• Yo necesito alguien que me entienda.
• Necesito estar sola o solo… para pensar.
• ”Mi pareja no me apoya.”
Tenemos otras excusas:
• Los que dicen “el lunes empiezo”. También dicen: “En enero comienzo la dieta”
• ”No tengo tiempo.” “No tengo dinero”
• ”Soy muy tímido.” “No soy buen vendedor.”
• ”No conozco a nadie.” “No soy bueno lidiando con personas.”
• ”El producto es muy caro.” “El Mercado está en crisis.”
• ”Mi grupo es muy perezoso.” “No cuento con líderes en mi grupo.”
• Ya lo intente muchas veces. Mejor no hago nada, no va a funcionar
• No es mi culpa.
• Mi familia es así. A mi me criaron de esa forma y no voy a cambiar.
• No tengo trabajo.
• Siempre lo hemos hecho así.
• No estoy preparado.
• No puedo.
Las excusas limitan nuestro potencial, nos impiden arriesgarnos y probar nuevos caminos.
El destacado escritor y conferencista John Mason en unos de sus libros dice: “Si encuentras una excusa, no la recojas”. Parece ser que nos pasamos la vida recogiendo excusas como pudo ver en las listas mencionadas arriba y todavía hay más. No sea de las personas que dice que va a hacer algo y luego no lo hace, para comenzar a explicar porque no lo hizo.
Deje ya de excusarse, pensando en sus pecados, debilidades, defectos, en lo que no tiene y comience a hacer algo por usted mismo, y por sus seres queridos. Comience a verse como un hijo de Dios, como un santo, con la fortaleza de Dios, como un ganador de la vida. Dígale adiós a las excusas, asuma responsabilidad y comprométase a ser la persona que usted ha soñado. Recuerde lo que dice la escritura:
TODO LO PUEDO EN CRISTO QUE ME FORTALECE. Filipenses 4.13 NVI
Hay una anécdota del misterio del elefante que quiero compartir con ustedes:
“Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacia despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye?
Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: -¿Si está amaestrado…? ¿Por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Hace algunos años descubrí que por suerte para mi alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: “El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño”. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo.
La estaca era ciertamente muy fuerte para el. Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que seguía… Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso no escapa porque CREE QUE NO PUEDE!! El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que se siente poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez…
Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: Vamos por el mundo atados a cientos de estacas (excusas) que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas “no podemos” simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos en nuestro recuerdo: No puedo… No puedo y nunca podré. Crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar. La única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento todo tu corazón.”
“ALGUNAS PERSONAS SUEÑAN CON EL ÉXITO… MIENTRAS OTRAS SE DESPIERTAN Y TRABAJAN DURO PARA LOGRARLO.”
Lo que acabamos de leer nos confronta con una decisión: ¿Seguiremos expertos en excusas para no tener éxito? o ¿Buscaremos oportunidades para disfrutar la vida al máximo? Te invito a que hagas una lista de todas las cosas que tienes, de diez cosas que te gustan de ti, enfócate en lo positivo. Y has una lista de tres cosas que a ti te gustaría lograr, una vez que lo hagas me lo haces llegar a mi correo. No subestimes lo que Dios puede hacer en tu vida, familia, trabajo.
Las soluciones a los desafíos que estas atravesando están dentro de ti. No más excusas ni acusación. Recuerda los hijos de Dios han vencido y tu eres un ganador. Camina en la Verdad.
Señor, enséñanos a dejar las excusas y a ver todo lo que tu puedes hacer en mi vida y a través de mi. Amén.
En amor y liderazgo,
Pedro Sifontes